No es Jerónimo Saavedra, alcalde de Las Palmas de Gran Canaria, muy amigo de los zafarranchos de combate, ésos que en política consisten en levantar las alfombras para que aflore toda la raña que los antecesores dejaron escondida. Pero hay cosas que no se pueden ocultar y que saltan a la opinión pública por generación espontánea, o porque, como es de general conocimiento, determinados elementos excrementicios flotan siempre. El Ayuntamiento que han heredado los socialistas tiene vías de agua por demasiados costados y no sólo en los aspectos de endeudamiento económico, que ya son. Los trabajadores públicos están desmotivados y desmoralizados por la política de personal de tantos años de enchufismo y sectarismo y por la ausencia de un liderazgo decente (y en ocasiones hasta honrado), lo que automáticamente ha conducido a que en muchos puestos clave se haya instalado la más cruel ineptitud, cuando no el pasotismo más sangrante. Les vamos a poner un ejemplo, para que vean.