La decisión del Cabildo de borrar de un plumazo el Gran Canaria Ballet ha sido argumentada por los consejeros socialistas en base a la insoportable inutilidad del invento, según explicaron. Su presupuesto de partida iba a ser de 1,7 millones de euros en aplicación de un modelo que ninguna otra comunidad autónoma ha querido aplicar porque es sencillamente ruinoso y poco efectivo. Se montó aquí adaptándolo a los plazos electorales, con audiciones para la selección de bailarines en diciembre, su contratación en marzo y el estreno en abril, toma ya, un mes antes de las elecciones municipales e insulares. Con la excusa de promocionar el nombre de la isla fuera, el ballet ya había conseguido una amplia cartera de contratos, es decir, una actuación en Tarrasa. Ni el Pérez Galdós ni el Cuyás lo habían programado para la próxima temporada, que ya son ganas de ignorarlo.