No contaba Javier Artiles y su equipo con el colosal cabreo que se cogió la multinacional Baxter al saberse fuera del negocio de la diálisis. Porque es Baxter la que explota ese servicio en el Área Norte y tenía la confianza de que el abogado no fallara a su palabra y le permitiera seguir con el negocio, posiblemente a cambio de alguna cariñosa contrapartida. Pero Artiles los había engañado hacía tiempo y preparaba su desembarco en esa apetitosa zona sanitaria tras comprobar que era capaz de hacerlo con más atractivos beneficios que los obtenidos con su experiencia en el Área Sur. Una vez se enteró de lo que se cocía y, conocedora de las interioridades de la operación que había ideado Artiles, la multinacional empezó a recurrir ante la Consejería de Sanidad para que ésta se enterara de oficio de lo que se escondía detrás de la oferta de Lifeblood. Pero Sanidad no prestó atención a Baxter, y adjudicó el concurso a su competidora en la confianza de que nadie montaría un escándalo por riesgo a verse retratado y perder futuras opciones. También en eso ha sido perjudicial para el PP su salida del Gobierno, porque una vez consumada, Baxter se presentó con toda su documentación en Canarias7 y encendió la mecha de un escándalo que puede precitipar el desenlace de la carrera política de Soria y de algunos de sus más fieles acompañantes.