Hubo un día en que Blas Acosta y medio PSC de Fuerteventura nos preguntaban abiertamente si este líder emergente nos había hecho algo. Decían que no entendían que estuviéramos haciéndole “una campaña” en su contra cuando informábamos de sus hazañas en el Ayuntamiento de Pájara en relación con el Urbanismo y en relación con la polémica empresa Grupo Europa. Y siempre contestábamos lo mismo: a nosotros no nos ha hecho nada, nos limitamos a contar lo que sabíamos. Y lo que sabíamos ha terminado, en algunos casos, en diligencias previas en los juzgados. Puede que Blas Acosta no sea un corrupto, y jamás lo hemos sostenido, pero un poco cafre sí nos parece. O por decirlo finamente, tiene los escrúpulos bastante sueltitos, tirando a ausentes. Lo que hoy les contamos en esta edición de su piscina y de su pozo ilegales no es más que la confirmación de que estamos ante un político al que las reglas del juego se la traen absolutamente al pairo.