Casi pasa desapercibida la muerte de un alemán grancanario, Jürgen Mölermann, que falleció mientras practicaba el paracaidismo, su deporte favorito. El accidente se produjo, según los expertos, al liberar la campana principal de su paracaídas y no accionar el de reserva (muy posiblemente tras desconectar el sistema Stiven, que lo hubiera hecho automáticamente), lo que abona la tesis del suicidio y no del homicidio o accidente fortuito del que hablaron las agencias de noticias. Mölermann era muy conocido en los ambientes paracaidísticos de Gran Canaria, a donde acudía con frecuencia a saltar, especialmente en Maspalomas, donde llamaba la atención su mono de saltos con los colores amarillo y azul. Siempre quiso potenciar la actividad del paracaidismo en la isla, pero se encontró con quienes socarronadamente se lo impedían. Quiso traer una avioneta tipo Pilatus Porter de su propiedad, posiblemente la mejor disponible en el mercado para este deporte, y le pusieron todo tipo de disparatadas pegas. Lo del perro del hortelano... ya se sabe. Pero no queríamos que pasara un día más sin desearle que ahora descanse en paz y tenga siempre un blue sky, como se dice en ese deporte.