Dimes y diretes. No nos creyeron cuando dijimos que a Blas Acosta, concejal de Turismo de Pájara y cofirmante del pacto de la avioneta con el marqués de La Oliva, había que someterlo a un severo marcaje desde el punto de vista político. Su estrafalario modo de comportarse y su tendencia a mezclar con mucha osadía negocios, política e intereses personales eran un caldo de cultivo propicio para que el PSOE se metiera en un lío promocionándolo como lo promocionó. Algunos ejemplos hemos puesto en este periódico, lo que nos ha granjeado no pocas críticas y y algunas amenazas. Y más ejemplos tenemos hoy, dos días después de que se publicara en el Boletín Oficial de Canarias un elocuente anuncio de la Agencia de Protección del Medio Urbano y Natural buscando al hiperactivo concejal socialista para notificarle que las ilegalidades que pretendía legalizar en su casa de Valles de Ortega no va a poder ser. De momento, el recurrente se esconde, a ver si así escapa de la imparable demolición y gana días para el presumible recurso contencioso-administrativo.