El compromiso de Cándido Reguera tendrá muchas consecuencias políticas, sociales y hasta jurídicas. Porque además de la titularidad del islote del Francés, la afección de la Ley de Costas y la contestación ciudadana que tiene esa decisión, el equipo gobernante de Arrecife tendrá que meterse en faena y atreverse a cambiar el planeamiento municipal, que entre otras cosas no permite el uso comercial en la zona de las naves de la Rocar. El plan vigente sí permite la edificación de viviendas, pero con una ordenanza tan restrictiva y tan poco favorecedora del pelotazo, que el empresario Cortezo no se ha atrevido ni a plantearse la promoción. Veremos con qué icono urbanístico nos sale este alcalde en su asociación con Jaime Cortezo.