No hizo ni puñetero caso Javier Sánchez-Simón a su jefe institucional, y se plantó en Gran Canaria con ganas de guerra. Tiene el encargo de Soria de que se visualice de modo claro que el PP manda allí donde puede, y da lo mismo lo que haya de llevarse por delante. Así que, con las cuentas de Puertos de Las Palmas como gran excusa, el presidente de la Autoridad Portuaria se constituyó ante el presidente de la patronal y le amenazó con mandar a sus representantes a las catacumbas si no acceden a esos planteamientos totalitarios. Grisaleña, forzado por las presiones externas e internas, dijo que sí, pero dejó que los que no tienen las mismas ataduras correteen libres por las praderas. Para completar el desaguisado y desatendiendo el segundo consejo de Mariano Navas, Sánchez-Simón se propuso desde el principio reponer al núcleo duro de Arnáiz, primero proponiendo a Chema Hernández, que perdió toda opción al resultar imputado por presuntos sobornos, y ahora a José Daniel López, que también tiene su historia.