No es frecuente que un juez adopte como fundamento para una sentencia un comentario recogido por la prensa de la época, por la primavera de 2003. Pero no está nada mal que algunos aprendan a medir el tamaño de sus chulerías a la hora de formularlas porque, como acaba de quedar probado, pudieran volverse en su contra. La verdad es que no queríamos terminar el año 2006 haciendo referencia al presidente del Cabildo grancanario, pero la actualidad nos obliga y no íbamos a desaprovechar la oportunidad que tan amablemente nos ha brindado esta sentencia para recordar cómo somos todos presos de nuestras propias palabras. Y anda que no ha pronunciado palabras el presidente regional del PP. Pero, además de lo llamativo de esta sentencia, hay que resaltar la identidad del ponente, que siempre fue considerado amigo de José Manuel Soria. Cuentan los cronistas que acostumbraban a compartir mesa y mantel a menudo hasta que un día a una de las partes se le ocurrió invocar el interés general para defender una postura ilegal. Y ahí se acabaron los potajes.