Cancaburradas aparte, lo de Mogán empieza a ser insostenible. Sindicatos y oposición han denunciado con pelos y señales el clientelismo que ejerce Francisco González en los Presupuestos. Ya sea para premiar al secretario o a la jefa de Disciplina Urbanística, imputados en Góndola, o jeringarle la vida a los más desafectos, como el anterior interventor accidental, Salvador Álvarez, al que el alcalde del PP culpa de ser garganta profunda de “los buenos”, como se conoce por esos pagos de Dios a la Brigada Provincial de Información de la Policía Nacional. Pero el compadreo alcanza a más fieles del Regimen, como la esposa del concejal Silverio Hernández, de profesión, policía local, y de enchufe denunciado por los sindicatos, responsable de los mercadillos del municipio. A juicio de los sindicatos, que van a por todas por la vía contencioso-administrativa, la esposa del concejal recibe un complemento específico al alza por estar al frente de los mercadillos de manera “anómala y contraria a derecho”, al ocupar un puesto de la Administración General, cuando su categoría profesional es policía local.