Efectivamente, la urbanización turística de El Castillo que trata de apropiarse la señora Montelongo y el PP majorero tiene un proyecto pendiente de arreglo de la playa y del paseo desde hace veinte años. Es un proyecto de Costas y en los presupuestos del Estado ya se incluyó su financiación plurianual en 2012 (en total unos cuatro millones en tres años), pero con esto de los recortes (reformas, llaman algunos) desaparecieron las partidas hasta que en este 2013 no figura ni un mísero euro. Hace cosa de un mes, el PP organizó una nueva visita a Costas con los empresarios de la zona y allí volvieron a confirmar que no hay tu tía, que se acabaron las perritas. Fue entonces cuando se habló de implicar a las administraciones locales, lo que dio paso a que tanto el Cabildo como el Ayuntamiento de Antigua (ninguno de ellos gobernados por el PP) acogieran las peticiones de los empresarios y plantearan una acción de urgencia, consistente en colocar arena nueva en la playa, lo que se ejecutará en las próximas semanas, así como el adelanto del dinero que Costas no quiere poner para regenerar la playa, hasta que ese organismo estatal lo pueda ir devolviendo. La remodelación del paseo quedaría fuera porque correrá a cargo de la poderosa Barceló, que firmará un convenio con el ministerio para asumir los costes a cambio de adelantar la obra. Así las cosas, con el proyecto aún sin trasladar a las instituciones, va la señora Montelongo y lo presenta en sociedad en un acto en el que, además, se animó a los empresarios presentes a que se interesaran por las concesiones que aún no se han sacado a concurso por parte de Costas (“los empresarios que estén interesados en algún tipo de concesión podrán informarse durante el posterior coloquio”, decía la convocatoria). Se trata de los servicios de hamacas, cafeterías, terrazas, deportes náuticos, chiringuitos, etcétera, de los que se prometía información, vaya usted a saber en qué formato. Un acto propagandístico tan inútil como sospechoso, y desde luego bastante revelador de cómo las gastan algunos con tal de ponerse una medalla y medrar.