Les hemos venido hablando los últimos días de las cosas que pasan en el urbanismo municipal de Las Palmas de Gran Canaria. Alguien con mando en plaza -y no tienen por qué ser solamente la alcaldesa y su concejal del ramo, Pepa Luzardo y Felipe Afonso El Jaber- cree que la gestión de un recurso tan valioso es similar a la de una tienda de aceite y vinagre. Así que, lápiz en mano y tirando de planos, empiezan a conveniar, a repartir, a recortar y a ampliar sin percatarse que debajo de los papeles hay personas físicas y jurídicas con derechos y corazoncito. Por ejemplo, tienen sus derechos los señores Reyes, propietarios de una apetitosa y atractiva parcela de 21.000 metros cuadrados junto al auditorio que allá por al año 90 les fue expropiada para poner unas canchas deportivas.