Don Pepito ha intentado evitar por todos los medios a su alcance tener que acudir este jueves a los juzgados de Santa Cruz. Es una mala foto para quien está tocado por la deidad guanche para suceder a los primeros moradores de Nivaria en la cruzada contra el invasor. De ahí que recurriera la providencia dictada por la juez titular de Instrucción 1 de Santa Cruz en la que admitió la querella y lo citaba a declarar como imputado. Pero en su mismo recurso, los abogados de don José lo metieron en una ratonera: utilizaron el auto de archivo de la misma juez que no consideró insultantes los epítetos del profesor lagunero contra el que se querelló el editor. Pero, si para don Pepito aquellas fueron injurias y calumnias, hasta el punto de interponer querella y recurrir su archivo hasta la extenuación, no puede pretender esgrimir las razones de la juez para ese archivo para sostener exactamente lo contrario. A no ser que, en realidad, sea consciente de que si hubo insultos en el artículo del profesor, los ha habido, multiplicados por 50, en los editoriales aportados por Santiago Pérez al juzgado. Luego, insultó premeditadamente.