Es verdad que en Tenerife ha calado de modo serio ese mensaje de que Zerolo en realidad es víctima de no se sabe muy bien qué conspiración política tras la cual se encuentran los malvados socialistas. Es verdad que hay empresarios que le han creído y que empiezan a asustarse con las soflamas del director-editor de El Día, que lo mismo se presta un día a demonizar a los canariones que a abrazar el áfrico como ideal moneda, o a freír un huevo frito, todo ello con la misma mano. Muchos periódicos empiezan a valer para pocas cosas. Pero, por lo demás, las cuentas no salen porque a pesar de la campaña en contra desatada hace meses contra el portavoz socialista en el Parlamento, es el político mejor puntuado de Canarias, por delante de Paulino y de Soria, que suspenden en la última encuesta del CIS. Tampoco salen las cuentas en la Justicia, donde continúan los trabajos para aclarar las actuaciones de Zerolo y sus colaboradores en torno a hechos que se relacionan directamente con la corrupción. Soria intentó una vez hablar de conspiración, y ya anda reculando como un poseso.