Es verdad que Sonia Mauricio no tiene la culpa de las andanzas políticas de su padre, algunas de las cuales son para avergonzar a cualquiera. Ni ha de renunciar a una carrera profesional por el sencillo hecho de que su padre sea consejero de un Gobierno. Pero la estética es la estética y las medallas al mérito militar son las medallas al mérito militar. Sabemos cómo fue la decisión de Ruano, y nada tiene que ver con lo dicho por la interesada. Una vez Ruano y los suyos tenían el equipo formado y reunido, descubren que solamente hay una mujer, Paqui Sarmiento, viceconsejera de Función Pública. Así que había que ponerse a buscar otra, y quizá por lo de la paridad, quizá por su brillante currículum, que nadie niega, pero más probablamente porque si está el hijo de Victoriano se abrió la veda, llamaron a doña Sonia Mauricio. A la que felicitamos, por cierto, y a la que deseamos todo tipo de aciertos en esta comisión y en su política de comunicación personal. Nosotros quisimos cuidar la estética, pero ésa debe ser tarea de todos.