Ya nos explicarán la gracia que le puede hacer a Alcampo que le planten al lado de su centro comercial otro de mayores dimensiones, quizá hasta con un supermercado tamaño XL, pero con más comercios de los que finalmente consiguió en su día la multinacional alimentaria. Sería un golpe duro de asumir por una firma que empieza a estar un poco cansada de la falta de seriedad de muchos dirigentes políticos de esta nacionalidad, especialmente los que en el último año han estado negociando la posibilidad de ampliar la cadena de hipermercados que regenten determinados dirigentes icánicos. Salvo que Alcampo compre, previo arreglo de las alturas, que ese será otro cantar. No podemos confirmarles si éste fue exactamente el contenido de la reunión que se celebró el pasado viernes, entre las nueve y pico de la mañana y casi la una de la tarde entre el concejal de Urbanismo, Ildefonso Jiménez; el gerente del área, Juan Manuel Cabrera, dos abogados y un arquitecto del ilustre y el director de Alcampo Las Palmas, Fernando Loysele. Podemos asegurarles, sin embargo, que el representante de Alcampo echaba serpientes por la boca cuando salió de la reunión, y algo se le pudo entender de una cesión al Ayuntamiento de esos terrenos para usos colectivos y sociales, y no para un centro comercial y otras majaderías. Quedaron en pararlo todo hasta el día 13, día en que Loysele regresará de Madrid, a donde ha acudido con el expediente debajo del brazo para que los juristas de la multinacional lo desmenucen concienzudamente. La cosa promete, no sabemos si tanto como el culebrón de La Mareta de hace unos años, pero promete.