El desmembramiento de Coalición Canaria

La diputada tránsfuga Vidina Espino, como candidata de Ciudadanos en 2019, y con Coalición Canaria, formación con la que acude a los comicios al Parlamento regional el 28 de mayo.
13 de abril de 2023 15:49 h

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Fernando Clavijo, el secretario general de Coalición Canaria, ha ofrecido incluso su cabeza con tal de que su partido vuelva a tocar poder. Sabe perfectamente que otros cuatro años en la oposición pueden suponer la muerte irremediable de un proyecto político que nació en 1993 de una traición (la del vicepresidente Manuel Hermoso al presidente Jerónimo Saavedra), barnizado de nacionalista e ideológicamente trasversal pero hecho desde el poder y para perpetuarse en el poder. Sin poder, por lo tanto, Coalición Canaria no es nada.

Hace unos días, en un foro a mayor gloria del clavijismo, el candidato a la presidencia del Gobierno por CC lo fió todo al regreso de su partido al Gobierno de Canarias, es decir, al control del presupuesto autonómico, por el que claman un buen número de empresarios, de estómagos agradecidos y de medios de comunicación hambrientos de prebendas. Él se conformaría con ser vicepresidente, y si su presencia estorbara, a regresar al aforamiento en el Senado para el caso de que algún muerto resucite en su armario de trapisondas pasadas.

La misma diputada que rompió con 26 años en el poder haciendo valer el criterio de Ciudadanos de no apoyar a personas imputadas al frente de las instituciones, es la que ahora contribuye con su transfuguismo a dañar la muy deteriorada imagen de Coalición Canaria. Vidina Espino ha sido colocada en la lista al Parlamento por Gran Canaria tras pasar la mitad de la legislatura como tránsfuga, cobrando como portavoz de grupo parlamentario propio y traicionando a los 32.000 votantes que la creyeron cuando dijo que iba a pinchar la burbuja de Coalición Canaria.

Clavijo quiso imponerla de número dos de su lista regional, justo tras su nombre; pero Asamblea Majorera dio un ultimatum al candidato a presidente, que rápidamente transigió para evitar una ruptura por el frente oriental (que no es descartable tras el 28-M) que se sumara a la del Partido Nacionalista Canario (PNC) y a la Agrupación Herreña de Independientes (AHI). Así que José Miguel Barragán le acompañará en esa circunscripción, condenando a la tránsfuga a esperar al milagro de poder formar gobierno para darle un cargo público con el que asegurar su reinserción laboral. ¡Quién iba a decirle a Vidina Espino que el partido que ayudó a mandar a la oposición es el que le tiene que resolver ahora sus próximos garbanzos! De momento, ahí la tienen, usando la misma foto (con la misma chaqueta) para unos propósitos vueltos del revés.

La búsqueda de supuestos ganchos electorales ha llevado a Clavijo a meter en su lista por Gran Canaria a una polémica alcaldesa, la de Mogán, Onalia Bueno, tan proclive a CC como a los planteamientos más xenófobos de Vox, como demostró en la crisis migratoria. El electorado de CC asiste desconcertado a una política de fichajes inexplicable, al tiempo que cuadros destacados como los que encabeza en telde el actual vicealcalde de la ciudad, Héctor Suárez, se plantean abiertamente una separación civilizada de la casa madre potenciando su marca local de Juntos por Telde.

La ruptura con el PNC, oficializada este jueves por ese partido, tiene una fuerte carga simbólica. Quizás no suponga un fuerte desgaste en número de votos, pero a los efectos de imagen supone dejar a Coalición Canaria sin la excusa nacionalista, sin el barniz fundacional que se le ha ido descascaronando con el paso del tiempo. Tienen razón los dirigentes del histórico partido cuando sostienen que, de un tiempo a esta parte, es el insularismo de la Agrupación Tinerfeña de Independientes (ATI) el que marca el paso de CC, lo que se verá a partir de mayo reforzado con el resultado que obtenga Ana Oramas en Tenerife y la debacle que las encuestas vaticinan para islas como Gran Canaria o Lanzarote.

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