Otro que no dimite ni lo destituyen es Antonio Marrero, presidente de La Caja, que también -miren por dónde- ha ordenado que se restrinjan los accesos a Internet para que no pueda leerse nuestro periódico en la entidad. Le piden que se marche todas las semanas los sindicalistas de Comisiones Obreras porque consideran que sus modos de llevar La Caja no son ni los convientes para los empleados ni los que pueden garantizar el cumplimiento efectivo de los principios que inspiran a estas entidades públicas de derecho privado. Marrero se aferra a su cargo como clavo ardiendo, y se dispone a subirse el sueldo en una millonada antes de que sea tarde y se arme. Prometemos mantenerles informados y, si en La Caja no hay acceso a este periódico, sepan que los correos electrónicos están para algo. Y las fotocopias, también.