O que no dijo. Desde el punto de vista peninsular, hubo algunos socios maleducados que esbozaron gestos impropios de la solera del Club Siglo XXI. Una dama que vestía un llamativo vestido rojo y estaba sentada cerca del escultor Martín Chirino se quedó dormida durante el discurso de Rivero. Detrás suya, otra señora mayor la emularía minutos después. Otro espectador no pudo reprimir dos sonoros bostezos. ¿A qué estas descortesías con Rivero? Hay una razón, aunque en nada lo justifica. Por el Club han desfilado innumerables presidentes autonómicos con sus agravios, peticiones y reivindicaciones, pero el respetable, que no se corta y va sólo a aprender o escuchar, si se aburre, bosteza o se duerme. Y la cantinela poblacional o los tópicos de “los canarios hablamos alto y claro”, la “miopía de Madrid” o el “nuestra tierra, nuestra gente” sonaron manidos, aunque lo que más sorprendió fue que Rivero se abonara al ya periclitado “España se rompe” del PP, pues señaló a Cataluña y País Vasco como causantes del “doble rasero” autonomista de Zapatero por su “revisión del marco constitucional y del modelo de Estado”.