González Segura partía desde el principio con desventaja como subdelegado del Gobierno en Canarias. Podemos afirmar, sin mucho margen de error, que empezó su mandato absolutamente rodeado, por un lado, con un comisario provincial, Gil Rubiales, que no goza precisamente de un gran prestigio dentro del Cuerpo Superior de Policía, y por el otro, por un asesor del delegado, Domingo Medina, que andaba barriendo para todas partes menos para donde tenía que barrer. Los desencuentros, decíamos, eran continuos, y la gota que colmó el vaso fue el incidente vivido en el aeropuerto de Los Rodeos con el cuarteto venezolano Ensamble Gurrufío, que fue devuelto de modo expeditivo a su país por un policía sobre el que no se ejerció ningún tipo de autoridad. Casi se podría decir que nadie movió un dedo para evitarle un disgusto al delegado del Gobierno. La gota venezolana que rebosó el vaso.