El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Un entierro en Arguineguín
Onalia Bueno no sólo anda obsesionada con la compraventa de inmuebles (pregunta a los bancos y a los intermediarios constantemente por chollos aquí o en Granada), sino también con la compraventa de votos. A una empleada municipal, de nombre Pepa, la compromete abiertamente para que empadrone en el barrio de Barranquillo Andrés a un militante de confianza que pueda controlar la mesa electoral llegado el momento procesal oportuno. Pero esa obsesión por el voto que tiene su gente se refleja de modo especialmente surrealista en una conversación que la Bueno sostiene el 27 de julio de 2006 con una interlocutora no identificada pero muy activa:
Desconocida: Ah, ¿tú dónde estás?
Onalia: En Arguineguín.
Desconocida: Ah, mi madre, un voto menos, tía.
Onalia: Mira, ¿por qué? ¿qué pasó?
Desconocida: Se murió (risas)
Onalia: Vete pa'l coño, cabrona
Desconocida: Risas
Onalia: Un voto menos, dice la cabrona esta, no éso te lo (ininteligible) por correo.
Desconocida: (Risas) llegaste tarde, llegas tarde...
Onalia: ¿Estás ahí?
Desconocida: Voy a ir ahora al duelo.
Onalia: Ah, vale, y mira, ¿de qué murió?
Desconocida: Yo qué se, de viejo, y Milagrosa...
Onalia: De viejo no, coño.
Desconocida: ¿Cómo que no? Milagrosa lo mandó a tomar por culo.
Onalia: Sí, eso es verdad, ya descansó la pobre.
Desconocida: No, descansó él, y ella...
La conversación continúa con ambas comunicantes hablando de enchufar a una señora (Juana María) en un “hotel nuevo”. Dice la desconocida que “es una de cuarenta y pico... y ¿sabes que te digo? Como no la admitan... son por lo menos treinta votos menos”.
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