Hasta aquí hemos llegado, dicen que dice Manuel García Navarro, uno de los más importantes accionistas de la UD Las Palmas, de las cosas que pasan en el club. No quiere seguir viendo los toros desde la barrera, ni seguir quejándose de que los consejeros puestos por la Junta General se gobiernan solos sin rendir cuentas a nadie y sin seguir una sola directriz. Niega a quien le quiera escuchar que haya diferencias entre él, Germán Suárez y Eustasio López, lo que significa que no hay vetos que valgan a la hora de producir modificaciones dentro del consejo de administración. Por lo tanto, para no andar con rodeos ni enviados especiales, don Manuel, en compañía de dos hombres suyos, se dispone a entrar en el consejo. Sabe que puede haber dos deserciones automáticas (Nicolás Ortega y Rafael León), pero está dispuesto a seguir para adelante. Y de repente, en vez de tres entran cinco, contando dos enviados por Lopesan.