El segundo error de bulto que comete el consejero de Medio Ambiente a la hora de anunciar sus querellas es afirmar que “las escuchas de la policía” se orientaron hacia quienes “no debe escuchar y con conclusiones (...) absolutamente desacreditadas por lo propios tribunales”. Vamos a ver, Dominguito, que es usted licenciado en Derecho. La Policía no estaba escuchando al consejero, sino a Santana Cazorla, que era quien tenía sus teléfonos intervenidos. Si llama a Berriel, a Iglesias, a Adán o al Lucerito del Alba es normal que se les escuche, aunque sea sin querer, ¿verdad? Y si lo que se escucha levanta las sospechas de los investigadores, están en la obligación de ponerlo en conocimiento del juez, que es quien deduce testimonio hacia el TSJC, por haber aforados, para que se estudie el contenido de lo grabado. Si la Policía llegó a la conclusión de que allí podía haber tráfico de influencias y el juez coincide plenamente en esas apreciaciones (el auto del 2 de febrero de 2007 es contundente en este sentido), más bien parece que no hubo frivolidad alguna en las investigaciones. Y va la tercerita.