Una vez más el pleno del Ayuntamiento de Las Palmas tuvo sus momentos aeróbicos, esos que protagoniza de vez en cuando el alcalde y que consisten en la ejecución de unos ejercicios de estiramiento de piernas y respiración ad hoc, con la correspondiente mirada al tendido de prensa. Sólo que esta vez Marino Alduán estuvo ágil de reflejos y también se levantó una vez obtuvo del alcalde la confirmación de que el motivo de su actitud era puramente físico. No químico ni gaseoso, y mucho menos coercitivo. Aunque pudiera parecerlo en un momento concreto, cuando el alcalde se acercó más de lo razonable al portavoz nacionalista para agitarle uno de los papeles en los que se basó para insultarle públicamente. Es una pena que los plenos municipales se hayan convertido, gracias a la falta de respeto que este alcalde tiene por los más elementales principios de las formas democráticas, en un espectáculo al más puro estilo de los reality shows televisivos.