Reproducimos literalmente la frase porque merece unas cuantas consideraciones. Corresponde al pasaje final de una pregunta referida al recorte de gastos en la Administración autonómica, tras mostrarse contrario a que las consejerías editen revistas o libros. Dice así la frasecita en cuestión: “Muy probablemente de aquí a unos años no habrá alto cargo con coche oficial y eso será lo normal. Y me preguntará: ¿renunciará usted, que es vicepresidente, al coche oficial? Pues sí, tampoco iré en coche oficial. Antes de entrar en la Administración fui a trabajar toda mi vida en mi coche”. Empecemos por el principio: ¿Quién le mandó lanzar la fantasmada si nadie se lo estaba preguntando? Será que ya está en campaña. Será que la idea le vino así, sobre la marcha, y la lanzó. Porque es absolutamente imposible que un vicepresidente del Gobierno vaya en taxi o en su coche particular al trabajo, a las visitas oficiales o al Parlamento. Y es mucho más descartable que él, precisamente él, vaya a renunciar a ese privilegio. Y lo afirmamos con rotundidad porque su comportamiento desde 1995 indica precisamente lo contrario. Todo lo contrario. Veamos.