Mari Carmen Castellano está dolida con los que hemos comparado este pacto entre el PP y Ciuca con aquella cueva de ladrones que saqueó Telde en el periodo 2003-2007. “Eso es muy injusto. De aquel gobierno sólo quedamos dos personas, y por suerte una de ellas, Sonsoles Martín, ya no está imputada. Han utilizado mi imputación para sacar rédito en esta campaña, pero de las que tiene Paco Santiago en otros casos no se ha hablado”, ha dicho. Veamos. De aquel gobierno, apreciada alcaldesa, quedan más de dos personas: queda Sonsoles (ciertamente desimputada), queda Guillermo Reyes, quedan Mena y Orts, queda Paco Valido revoloteando por los alrededores... Pero, sobre todo, queda ella misma con todas sus graves imputaciones por cohecho y por apropiación indebida, nada menos que la alcaldesa. Y queda, como queda en el bosque tras los incendios, un profundo y penetrante olor a chamusquina que sólo desaparecerá cuando abandonen la política y las instituciones estos y todos los demás individuos que participaron en aquella sangría. Porque Paco Santiago, al que tan maliciosamente acusa Castellano en su respuesta, no está imputado por delitos relacionados con meter la mano en la lata del gofio, ni pesa sobre él una investigación judicial por unos hechos absolutamente contrastados y probados, con seguimientos, grabaciones telefónicas y fotografías... Y claro que muchos hemos utilizado su imputación en esta campaña electoral, y lo hemos hecho (sin éxito) para tratar de recordar a los electores que personas tan metidas en la corrupción no deben ni pueden volver al lugar del crimen como si allí no hubiese pasado nada.