A este ritmo no habrá calles ni avenidas para tanto icono. Al dignísimo y excelentísimo editor de El Día, don José Rodríguez Ramírez, le acaban de salir dos durísimos competidores en la carrera por obtener los más prestigiados y ansiados honores y distinciones de los ayuntamientos de Tenerife. Los ha puesto en primera línea de actualidad ese pedazo de alcalde que es Marcos Brito, aspirante a repetir por CC al frente de la alcaldía del Puerto de la Cruz. Su pleno de despedida antes de las elecciones ha superado cualquier registro en lo esperpéntico, en lo impúdico, en lo descarado y en lo insolente. A través de sendas mociones, Marcos Brito propuso, con la solemnidad que sólo son capaces de adoptar los cabos furrieles, nombrar alcalde honorario perpetuo de la ciudad a “nuestro padre Jesús del Gran Poder de Dios”, y alcaldesa honoraria y perpetua a “nuestra madre celestial la Virgen del Carmen” (el entrecomillado se corresponde con el enunciado de la moción). Respetamos las creencias de cada uno, pero tales pretensiones del señor Brito, además de arcaicas y anacrónicas, no concuerdan con el respeto que un regidor ha de tener por todos los ciudadanos y todas las posibles confesiones. Sobre todo si para elevar la propuesta de honores y distinciones utiliza el pronombre posesivo de la primera persona del plural, “nuestro”, para referirse a su venerada iconografía, suya de él. Alguien le debe haber convencido de conectando con Dios tiene más cerca ganar las elecciones.