No vean ustedes la cola que ha traído, y la que falta por traer, la reunión del consejo de administración de la Autoridad Portuaria de Las Palmas de este martes. Les comentábamos aquí ayer cómo se había mostrado cada uno de los sectores y subsectores presentes en este órgano a la hora de dar su apoyo a las distintas UTE que concurrieron al concurso más oneroso de los últimos años en el Puerto de Las Palmas. Y les dijimos que la opción ganadora era muy mauriciana, porque mauricianos son los aires que vienen vía PP de Madrid, representada en los funcionarios y técnicos de la Administración del Estado. No cuadraba, sin embargo, que Mauricio fuera a estar detrás de una operación que beneficiara, por activa o por pasiva, a Luis Hernández, al que se quiere fumigar de su puesto sin nocturnidad, alevosía o disimulo alguno. Además, nos llamó algún funcionario para apostarnos un moscoso a que ellos jamás se dejarían manejar por el portavoz nacionalista en el Congreso. Es más, nos llegaron a insinuar que las presiones mauricianas fueron convenientemente ejercidas en el bando de los empresarios, mayormente de Suárez Gil y su entorno ayalista, proclive a estas alturas a apoyar y alentar el cambio en la presidencia de la Autoridad Portuaria. Nosotros, que somos malos malones, como ha quedado suficientemente acreditado, estamos convencidos de que Mauricio estaba en los dos bandos, porque tenemos constancia de que en la peluquería de los 580 flecos estuvo sentado el portavoz nacionalista con el desparpajo que le caracteriza. Luis Hernández, por su parte, almorzó este miércoles con una de las empresas de la UTE ganadora.