Otra cosa no tendremos con la Iglesia, pero sí capellán, del que presumimos con indisimulado orgullo. El sacrificado clérigo se llama Jorge Hernández Duarte, que lleva rezando por nuestro pasado, nuestro presente y nuestro futuro casi desde que somos lo que somos, una porriada de años. Lo queremos una barbaridad, como se podrán imaginar, y de ahí que siempre estemos atentos a las cosas que le pasan, bien en su labor pastoral (lo que suena cantidad de antiguo pero se llama así) o bien en sus tareas más sociales al frente de proyectos tan plausibles como al Fundación Yrichen. Por decisión del obispo de la Diócesis Canariensis (que también se dice así), Jorge el Cura ha sido cambiado de parroquia y destinado, a partir del próximo 3 de octubre, a la de Valsequillo y sus pagos adyacentes. Deja tras media docena de años el barrio de la Vega de San José, donde ha realizado una labor que sólo personas como él son capaces de desarrollar. O sea, que los valsequillenses están de enhorabuena. Y nosotros tendremos que andar un poco más para contarle nuestros secretos de confesión.