Lupita se equivocó en todo a partir del día en que contrató a una abogada para que ejerciera de dinamizadora del área de la mujer. La letrada ejercía como tal en su despacho, y advirtió a la concejal Del Río de las limitaciones propias de su actividad profesional, que incluía hasta el turno de oficio. Daba igual porque lo que quería Lupita era aparentar que tenía dinamizadora de la mujer, que queda monísimo de la muerte. Tan poco le importaban a la concejal los condicionantes profesionales de la abogada que hasta terminó por encargarle todos los asuntos jurídicos de su departamento, a excepción de los de violencia contra las mujeres. Incluso en la concejalía disponían de la agenda de guardias de oficio y casos de la letrada para que adecuaran los asuntos municipales a su disponibilidad. Pero, de repente, algo falló porque el próximo día 24 habrá juicio por acoso moral en el trabajo, es decir, mobbing, porque la abogada ha terminado por denunciar a nuestra Lupita. Ándele pues.