Ha dimitido Luis Troya, concejal de Urbanismo por el tercio del PP en Santa Brígida. Y dice que lo ha hecho achuchado por la oposición, que no respeta al grupo de gobierno, ni siquiera cuando algunos de sus miembros, como es el caso, padece el suplicio de una condena de nueve años de inhabilitación por prevaricación administrativa. Es que no tienen corazón, la verdad. Y la verdad no es la que ha dicho Troya, que ha dimitido forzado por un benemérito cuerpo conocido por el nombre de Guardia Civil. Como saben, una unidad del instituto armado, la del crimen organizado (ECO), investiga al grupo de gobierno por determinadas actuaciones que pudieran ser constitutivas de delito. Una de las cosas más feas, precisamente, es el caso de la ferretería de Luis Troya, que provee al Ayuntamiento de material sin las correspondientes prevenciones y vergüenzas. Soria ha patentado ya la fórmula del hazme el favor de dimitir antes de que alguna de tus cosas me estalle en las manos, que estoy hasta los mismísimos de todos ustedes. Ya es el segundo al que se aplica la fórmula después de Marco Aurelio Pérez, al que disculparon con el rollo de que tenía que dedicarse a su candidatura en San Bartolomé. No lo hicieron con el candidato a Santa Lucía, Ernesto Pérez, que sigue de consejero del Cabildo.