Ni siquiera en el momento preciso en que en la barbería les anuncian que les quedan sólo dos afeitadas hacen algunos el esfuerzo de comportarse de modo normal. Hoy toca referirnos a la barba en remojo de la Consejería de Empleo y Asuntos Sociales, de quien depende el famoso Servicio Canario de Empleo. Su director, Claudio Rivero, ha conseguido ya alcanzar a su antecesora en el cabreómetro, aparato que sirve para medir el grado de cabreo de organizaciones empresariales y sindicales. Este lunes se reunió la comisión que vigila los contratos-programa del Consejo General de Empleo con el fin de abordar el proyecto de resolución de las auditorías sobre las entidades que gestionan los contratos. Pero Rivero apareció como enreviscado y llegó a decir que él no tenía nada que negociar ni pactar con empresarios y sindicatos porque sus atribuciones lo son de la Administración, y en ese tablero juega él solito. Una demostración de que cintura, lo que se dice cintura, tiene menos que una mesa camilla.