A Jaime Cortezo le repugnan las formas en ocasiones grotescas y alejadas del dandismo que tiene el Zorro Plateado, pero lo necesita para algunas de sus más deseadas operaciones, casi todas ellas urbanísticas. Ahora que está tan de moda el planeamiento de Arrecife, hay que recordar que uno de los asuntos que más quita el sueño a Cortezo es el islote del Francés, donde quiere que se modifiquen algunas normas urbanísticas para poder levantar allí un lujoso edificio residencial que sustituya el uso público que para él pretenden las instituciones públicas lanzaroteñas. También presiona Cortezo para que el Cabildo le compre a precio de oro el espacio protegido de Gui-Gui, para lo cual hace tiempo que trata de ganarse el favor de Román Rodríguez, que sin embargo se enfrenta al rechazo frontal de José Miguel Pérez para esa compra-venta.