Nunca le pedimos a Chavanel que hiciera nada contra Juan Francisco García, ni siquiera que nos contara en qué consistió exactamente su trabajo para que le fuera retirada la famosa querella de La Caja. No hacía mucha falta porque él presumía mucho del impagable servicio que prestó al propietario de Canarias7 metiéndose en los lodazales más oscuros de las cañerías de una sociedad corrompida por dentro. Entre otras lindezas, ésto es lo que dijo con su propia voz de Juan Francisco García en noviembre de 2004, el otro día: “Acaba de obtener, con discutibles artimañas, la mayoría accionarial del periódico, y acaba de desatársele una avaricia sin límites por el dinero. Debe ser la edad, la sensación de que a los 63 años ya queda poco, de que todo se desvanece, y de que si no hay gloria, y después de lo ocurrido en La Caja ya no había gloria posible, que al menos haya oro”. Para añadir más adelante lo siguiente: “García González, el hombre querellado por presunto quebranto patrimonial en la Caja, el mismo hombre que había dicho tan sólo unos meses antes en un montón de foros públicos que me estaría agradecido toda la vida, se portó con el rastrerismo propio de un malnacido”.