Noche excitante la vivida este domingo en todas las sedes de campaña de los partidos políticos canarios. Los ordenadores echaban humo, lo mismo que muchas cabezas pensantes, dedicadas al noble arte de diseñar una declaración pública en la que parezca que nosotros también ganamos. Ya saben. En la sede de campaña de Coalición Canaria en Residencial Anaga, en Tenerife, el ambiente era agridulce, porque si bien es cierto que se salvaba la plaza provincial, se perdía el acta de senador de Melchior y el contubernio con el PP acumulaba una severa disminución de apoyos populares. Debió ser esa extraña mezcla de factores la que llevó a Paulino Rivero a una pájara similar a la sufrida por Sarkozy hace unos meses. Primero se olvidó de felicitara a Zapatero, como hizo con Rajoy en las autonómicas (menudo gafe), y más tarde, ante un par de periodistas, a balbucear algo así como que los resultados tienen varias lecturas, y muy abiertas.