Se consumó finalmente lo que se veía venir. Desde que Miguel Zerolo, alcalde de Santa Cruz, se aseguró una mayoría más o menos estable en la Corporación, todo el mundo daba por hecho que la ruptura con el PP de Ángel Llanos era cuestión de tiempo. Al alcalde y a su partido, ATI, le venían incomodando muchas cosas de ese pacto, que inicialmente era el único posible una vez los nacionalistas perdieron la mayoría absoluta en la capital. Los cálculos electorales, la disputa del mismo espectro electoral, el deterioro público del alcalde, las confianzas que se estaba tomando Llanos con el poder que le fue conferido y la conveniencia de hacer un guiño fantástico a los socialistas que siguen las tesis de Jerónimo Saavedra se alinearon definitivamente de manera perfecta para que Zerolo diera el paso y provocara la ruptura. Es complicado predecir nada en estos momentos sobre los efectos posibles porque quizás esta crisis sólo haya que leerla en clave tinerfeña.