Nada, que no hay manera de ir para adelante. Muchos de ustedes recordarán aquellos tiempos no tan lejanos en los que para hacerse el carnet de identidad había que madrugar una barbaridad, fabricarse un bocadillo de chorizo de Teror y perder una mañana completa. Además, claro, de tener que aguantar que los grises en cuestión te trataran como un saco de papas y que los tembliques no te dejaran articular palabra, no fuera a ser que ?ante la clamorosa ausencia de métodos tan eficaces como los actuales- le confundieran a usted con el Lute o cualquier otro ladrón de gallinas. O vulnerador de la muy famosa ley de vagos y maleantes. Luego vinieron tiempos modernos en los que hacerse el DNI o el pasaporte, o sea, dejarse fichar por el Ministerio del Interior, pasó a ser casi un juego. Incluso democrático. Pero ha vuelto la marcha atrás.