Siempre hemos sostenido que el PP se va a indigestar y ya empezamos a detectar los primeros síntomas del emboste. Tiene demasiada hambre de poder, y como no lo alcanza por la vía de la desesperada, como no encuentra el modo de comerse el cordero a manos llenas, se llena de picoteo, de mucho vermú y, en definitiva, de muchos gases. La digestión le va a resultar muy pesada, ya lo verán, porque de tanto hablar con la boca llena y querer tragar más y más, reventará por alguna parte. Ya se pueden imaginar por cuál. Acostumbrados a utilizar todas las malas artes que están en el manual, sus dirigentes sufren como mártires cuando prueban de su propia medicina, aunque sólo sea de manera simbólica. Un grupo de vecinos del madrileño barrio de Lavapiés hizo eso mismo hace unos pocos días, abuchear a políticos de ese partido que intentaban dar un mitin en plena calle. El que intervenía con muy poco éxito era el secretario de Inmigración del PP madrileño, Percival Manglano, que invoca en algunos momentos la libertad de expresión para continuar hablando con la protección de la Policía Local. La pieza tiene el valor que tiene, no más allá de lo puramente testimonial, pero evidencia que todavía queda gente en Madrid capaz de enfrentarse en la calle a esa tremenda maquinaria que amenaza con barrer en las próximas elecciones. A diferencia de los abucheos que sufre Zapatero de manos de la militancia de la derecha, estos del vídeo están en un mitin, y el presidente del Gobierno en actos institucionales representando a todos los españoles.