La historia de La Favorita se terminará por contar completa muy pronto, ya lo verán, y entonces asistiremos a la vergüenza de un líder político incapaz de explicar tanto desatino. José Manuel Soria hizo exactamente lo que jamás debe hacer un dirigente público: dilapidar el dinero de todos en beneficio de particulares y, cuando es descubierto, querellarse contra el medio de comunicación que lo cuenta. Su hazaña no tiene parangón en España porque consiguió que una juez sustituta condenara a un periodista para el que, desde que se iniciaron las diligencias previas, el fiscal pedía el archivo y la libre absolución. Soria pidió dos años de cárcel porque, además de perseguir encerrar a Carlos Sosa en Salto del Negro, pretendió acallar a este periódico para siempre. De momento, aquí estamos. E insistimos: Soria dio sablazo en La Favorita, y encima, ésta no sirve al interés general. Fantástico.