Hay que reconocer que el personal esperaba una reacción más contundente de José Luis Rodríguez Zapatero en relación con la última cantada del PP, que ha subido el tono, el tamaño, el color y los efectos colaterales de lo que primero fue persecución, luego cacería y ahora espionaje ilegal en toda regla. Lo primero que hay que destacar al observar las declaraciones de los dos principales partidos políticos españoles es que el sol de Lanzarote pone la cara morena (especialmente si te quitas la sombrera, como dice la zaranda). Y no el de Marbella, que mantenía mustio el careto de María Dolores de Cospedal en el momento de afirmar, desde ese glamuroso lugar de veraneo malagueño, que al PP lo espían sin permiso de los jueces. Zapatero estuvo comedido, respetuoso, más bien flojo... reclamando responsabilidad a sus adversarios en el sublime momento de sacar la lengua a paseo en momentos tan calenturientos como los que vivimos estos días en toda España y sus territorios de ultramar.