La empresa Seven Island, que nada tiene que ver con el accionariado de Can Can, productora de Sin secretos, así somos los canarios, donde hay un siete, pero de otra manera, se constituyó hace ahora un año, el 12 de junio de 2008, con un curiosísimo objeto social que tiene mucho que ver con el negocio audiovisual canario: “Diseño de ideas empresariales, marcas, patentes, memorias técnicas y proyectos, así como la puesta en marcha, activación y administración de entidades por cuenta ajena, representaciones y distribuciones de productos de comer” (o se nos cortó la nota del Registro Mercantil y dice “comercio”, o aquí alguien está jugando con las cosas de comer, de comer los demás). Nada dice en su objeto social que se dedique a cultivar las viejas amistades de etapas discotequeras, ni a recibir con cara de perplejidad importantes encargos de televisiones de titularidad pública. Es que los canarios somos así, sin secretos, y cuando cultivamos la amistad lo hacemos sin recato. Aunque sea con dinero público.