De todos los alcaldes derrotados en la final de la Capitalidad Europea de la Cultura 2016, el de Las Palmas de Gran Canaria, Juan José Cardona, fue el que reaccionó con más prudencia. Y les confesamos que nos sorprendió a todos gratamente. No vio una mano negra detrás del triunfo de San Sebastián, ni un complot urdido por el PNV, Bildu y el PSOE para “disgregar España”, como afirmó el director de la oficina de la capitalidad palmense, Juan Cambreleng. Cardona, que no tiene fama de flemático sino de ser un calentón que vocifera, insulta a su colaboradores y estrella ceniceros contra el suelo cuando algo sale mal (a quién nos recuerda, que no caemos), reaccionó sin embargo con una deportividad digna de encomio. Hemos tardado muy poco en comprender por qué. Este viernes enseñó la patita: no le gustan los grandes fastos culturales, ni el Womad, ni el concierto de Sting, mucho menos uno que pudiera plantearse con Bruce Springsteen o los Rolling. “No permitiré que los promotores de conciertos o festivales culturales cubran sus costes con dinero público”, dijo el alcalde de la candidata a capital europea de la cultura 2016. La traducción inmediata a tal advertencia es automática: durante los próximos cuatro años no habrá en esa ciudad un solo festival Womad ni un acontecimiento de tanta resonancia internacional como el recital de Sting con la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria, y consecuentemente, ni el festival de cine, ni el de teatro y danza. Porque por nuestra condición archipielágica, por nuestra distancia de continentes como Europa o América, y por los naturales costes que eso acarrea, ningún gran acontecimiento que sea de pago puede sustentarse, ni de lejos, gracias a la taquilla. ¿Sabía eso Cardona antes de decir lo que dijo? Seguro que sí, y por eso respiró aliviado cuando Las Palmas de Gran Canaria fue derrotada por San Sebastián.