En silencio, como quien sufre esa innombrable enfermedad trasera, carga la pesada cruz del sistema informático Atlante II el Partido Socialista, socio de Coalición Canaria en este Gobierno que promete cuatro años de apreturas y muy poquitas alegrías. La herencia -esta sí que envenenada herencia- de José Miguel Ruano se la meten Paco Spínola y Pedro Herrera entre pecho y espalda cada mañana cuando les llegan a sus despachos las incidencias sufridas en los juzgados de Canarias por culpa de una herramienta informática que no sirve y que, para mayor mortificación, está provocando escandalosos retrasos en la ya de por sí lenta justicia en las islas. Pero Spínola mantendrá su monacal silencio. Es más, incluso evitará los malos pensamientos y la más audaz tentación de solicitar una investigación interna que haga aflorar qué se esconde detrás de ese millonario concurso que a todos los canarios nos está costando un dineral y la yema del otro. El último colapso, este lunes, en Santa Cruz de Tenerife. Lo presenció en primera persona un justiciable de lujo, don Pepito Rodríguez, que tuvo que esperar a que en el juzgado pasaran su declaración a Word, al Word que todos tenemos en nuestros ordenatas, para poderla imprimir y que la firmara el imputado. El Atlante, junto al Sefcan y otras glorias multimillonarias del dúo dinámico Soria-Ruano, pasará a engrosar de modo vergonzoso la galería de atropellos que ha sufrido el contribuyente canario en esta asirocada historia de la nacionalidad. Y el PSOE, mudito.