Volvemos sobre nuestros pasos para analizar algunas de las cosas ocurridas la pasada semana, que se nos fue como un suspiro con esto de los pisotones a la libertad de expresión y el puente de la Constitución, que también tiene narices la coincidencia. El jueves hubo, como cada semana, comparecencia del alcalde de Las Palmas de Gran Canaria en sede municipal. El primer mandatario de la ciudad ha acabado con una tradición impuesta por él mismo hace mucho tiempo según la cual en esa rueda de prensa estaba absolutamente prohibido preguntar por asuntos que no tuvieran que ver con la política municipal. Se ahorraba de este modo el alcalde el trago de tener que explicar cosas que a la vista de cualquier ser con coeficiente intelectual medio pudieran parecer contradictorias, especialmente aquéllas que tenían que ver con el pacto que el PP, partido que preside el alcalde, mantiene aún con Coalición Canaria, por mucho que pese a ambas partes contratantes. Pero la cercanía de la campaña electoral y la certeza de que Soria será candidato a la presidencia del Gobierno y, si los hados demoscópicos le son propicios, a la del Cabildo grancanario, le han hecho cambiar de opinión. Ya se puede preguntar por lo que se quiera, especialmente por aquellos temas que son sus favoritos y que le distancian popularmente del socio y sin embargo enemigo. Así que, ni corto ni perezoso, el alcalde aprovechó lo que pudo aprovechar para poner sobre la mesa de la sala de prensa de la alcaldía el programa electoral que el PP piensa defender en materia de política del menor. La nueva vía comunicativa permitirá a la oposición volver a reclamar ?ya les adelantamos que sin éxito alguno- el uso de esa sala de prensa para dar a conocer, no ya su programa electoral, sino su opinión sobre la gestión municipal del PP y sobre el programa que ese partido presenta a las próximas elecciones.