Porque parece cierto. Nos invade el fachadismo, muy particularmente en el barrio de Vegueta, como pueden comprobar en el reportaje que les ofrecemos en esta edición. Y no lo decimos nosotros, sino la Viceconsejería de Cultura del Gobierno, que describe fachadismo como la “proliferación de edificios de aparente buena conservación de fachadas y abandono estructural del interior”. Y se añade: “Precisamente, este último apartado se considera como el principal desequilibrio en la potencialidad del conjunto histórico de Vegueta para su revitalización funcional, en el escenario urbanístico y legal que se le supone como Bien de Interés Cultural”. O sea, que podemos llamar fachadismo, sin riesgo a querella o demanda civil, a todo aquel político o política que practique el arte de no inmutarse en apariencia aunque por dentro esté destrozado o destrozada. Tomamos nota, por si se nos ocurre alguien.