Se le vio demasiado el plumero a Soria, dicho sea sin segundas intenciones. O bien llevaba prisas porque este jueves tenía visitas londinenses que atender, o le irritaba cantidad que la oposición pudiera sacar adelante una moción compleja sobre la salvación de la UD Las Palmas mediante la fórmula de la compra de la marca del club. Por no ponernos maliciosos y aventurar que lo que no quería bajo ningún concepto era que el tocanarices de Carmelo Ramírez, llegado el pizpireto capítulo de ruegos y preguntas, entrara a preguntarle en plan malcriado por el chalet de Esquível que el presidente habitó en plan precarista y sin pagar alquiler. Soria sabe lo que sabe Ramírez, y sabe de Ramírez que en esta materia no tiene pelos en la lengua, como demostró el nacionalista hace unos días en el programa de Chavanel.