El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Mi querido Rey
Es difícil discernir si la desafección es hacia el Reino de España o hacia el Gobierno de España, o si ambas cosas son la misma cosa y un grupo de desafectos tira hacia el sentimiento más generalizado y el otro hacia el más concreto, con sus nombres, sus apellidos y sus siglas correspondientes. Pero la desafección que Paulino Rivero ha relatado en sus cartas a Mariano Rajoy y al Rey tiene su fundamento. Contribuyen a ella de modo impepinable los duros efectos de la crisis, especialmente brutales en la clase media pensante, donde habitualmente anidan los que terminan dando un buen empujón a los estudios de opinión y la mueven por aquí y por allá creando un efecto multiplicador enorme. A lo que hay que sumar la crisis de los partidos políticos, y más concretamente del bipartidismo, que hace que crezca el descreimiento y la desmovilización política, se crezcan los iluminados y se dibuje un panorama social, y por supuesto electoral, como mínimo impredecible. El caso es que Paulino ha escrito a Rajoy, y la misma carta, con algunos retoques propios del protocolo real, ha llegado a La Zarzuela con advertencias muy duras: “La sociedad canaria percibe de forma creciente y mayoritaria que no está recibiendo un trato justo por parte del Estado y, en este mismo sentido, que España no está haciendo lo suficiente por Canarias”; “De años a esta parte, Canarias está más lejos de España y debe reconducirse la situación de forma urgente porque de lo contrario se estará abonando un sentimiento de desafecto”; “Desde Madrid se está abonando el terreno para que broten con fuerza sentimientos y posiciones separatistas como no ha ocurrido en las Islas desde los años setenta”... y así, unas cuantas afirmaciones, acompañadas de ejemplos concretos, que teóricamente deberían alimentar cierta inquietud en las más altas instancias del Estado. Podría pensarse que es una posición lógica, y hasta oportunista, de quien representa en las instituciones al nacionalismo canario, amplificada por los amagos rupturistas de Cataluña, que ha venido engordando su sentimiento hacia la capital del Reino desde hace décadas, mucho antes de que se dibujara la actual crisis con sus secuelas de financiación autonómica y recortes sin fin. Pero Rivero relata hechos incontestables que conviene recordar permanentemente para no perder la perspectiva: frente a un desempleo del 33,6%, el segundo más alto de España, y habiendo cubierto los objetivos de déficit, “no se atienden debidamente las urgencias de las Islas en el Proyecto de Presupuestos Generales del Estado para 2014” y “se eliminan 82 millones de euros para políticas activas de empleo (?), se suprimen las inversiones del Estado correspondientes a las actuaciones de rehabilitación de infraestructuras turísticas; se mantiene la drástica reducción en la subvención a la desalinización del agua; o se minoran en más de un 70% los convenios de aguas y carreteras)”. Rajoy lo sabe de sobra, pero desde la semana pasada ya lo conoce con detalle el Rey, ese al que Zapatero (así lo comentaba en su entrevista de este domingo en El País) confiaba “determinadas reflexiones, que en muchas ocasiones no hacía ni en el Consejo de Ministros”. Es de esperar que Juan Carlos I comente esta carta con Rajoy en algún momento.
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