Pero culebrón, culebrón, el que se ha iniciado en el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife con el honorable planteamiento que ha hecho su alcalde, Miguel Zerolo, con el muy adecuado nombre de gobierno de salvación, pero ya veremos para quién o quiénes. Si les parece bien, deberíamos remitirnos a las elecciones municipales de mayo de 2007, cuando en Santa Cruz de Tenerife se generó una gran incertidumbre en torno a Miguel Zerolo y el resto de imputados del caso Las Teresitas. Entonces se especulaba con que Coalición Canaria pactaría con el Partido Popular, por lo que Ángel Llanos se apresuró a desdecirse de sus permanentes condenas al pelotazo, invocación que fue sustituida por un llamamiento a arrimar el hombro para cargar la tremenda losa de la fiscalización de la gestión del Ayuntamiento por la Fiscalía Anticorrupción. A cambio, Llanos recibió la Sociedad de Desarrollo junto a otras áreas que permitieron proyectar su genio y figura hasta poner de los nervios no sólo a Zerolo, sino también a Cristina Tavío, la presidenta del PP tinerfeño. Pero había otros nervios revoloteando alrededor de este pacto.