Todavía no han tomado posesión y ya se aprecian en Telde los efectos del inminente cambio de gobierno municipal. Los que fueron expulsados del Ayuntamiento y de sus alrededores por comportamientos corruptos se dejan ver ahora inflados como palomos buchúos en los sitios más señeros de la ciudad. El viernes pasado, por ejemplo, a eso de las diez y media de la mañana, el bar del Casino La Unión, en San Juan, era un clamor de descaro, con el interventor Enrique Orts y el comisionista Agustín León, ambos imputados en la trama corrupta de Faycán, tomando posesión de los espacios y de los susurros de los presentes. El primero, viudo de Toñi Torres, actuó supuestamente de correa (con perdón) de transmisión de la trama de cobros y pagos ilegales del PP, y el segundo, mano derecha de los hermanos Reyes, es ampliamente conocido por ser el intermediario conseguidor entre éstos y el resto del mundo. Junto a ellos, que regresan ahora al lugar del crimen, del que fueron judicialmente y traumáticamente apartados, veremos a José Luis Mena recuperando el poder en el urbanismo municipal. Imputado en varias de las piezas de corrupción que sacudieron a Telde en aquel cuatrienio negro, Mena fue sorprendido por la Policía cobrando una comisión ilegal del Grupo Europa por licencias urbanísticas más que discutibles. Se hizo un chalet imponente en La Garita. Y veremos a Paco Valido, el alcalde detenido en aquella redada de corruptos, regresar con un cargo de director de gobierno, del que anda presumiendo desde la mañana del 23 de mayo. Y todo eso, señoras y señores, gracias a los dos concejales de Coalición Canaria, uno de ellos presentado en sociedad bajo el eslogan de “aires nuevos”.