Nuevo episodio de la limpieza ideológica acometida en la Consejería de Turismo tras la entrada triunfal y cacharrera del PP. La consejera de la cosa, Rita Martín, ha firmado personalmente, en su calidad de presidenta de la empresa pública Promotur, el despido de la abogada Dolores Araña, que prestaba sus servicios en esta materia desde que se fundara la mercantil antecesora, Saturno, hace algo más de trece años. El pecado de Araña no ha sido el de la imprudencia, ni el de la deslealtad, ni el del absentismo o la negligencia profesionales. Su pecado ha sido pertenecer a anteriores equipos directivos de Promotur, por mucho que en la carta de despido, Rita Martín haya incluido un ofensivo “bajo rendimiento”. La demanda está cantada y a través de ella se podrán mostrar muchas y muy escandalosas arbitrariedades.